Aprendiendo a desaprender
Todos mis 20s fueron relaciones caoticas y hombres basura, pero ahora estoy aprendiendo que si existen los hombres buenos, y me asusta.
Yo siempre he sido enamorada del amor, desde chiquita, y le atribuyo esto a mi madre, con quien veíamos novelas de televisa cuando yo tenía 5 años.
Mis primeros novios fueron Nick Carter de los Backstreet Boys y “El Alcachofa” de Alebrijes y Rebujos. Si hacen sus cálculos, verán que estaba super bebe.
Cuando cumplí 19, comenzó a rondar en mi cabeza la idea del “hombre ideal”, el que le iba a pedir a Dios, y tenía una lista con cosas realmente bobas, tipo toque la guitarra (hermana la barra enterrada por el suelo).
Crecí siendo católica, y no recuerdo que nos hablaran tanto del matrimonio. Nos hablaban de la primera comunión y de San Marcelino Champagnat, pero nunca sentí una prisa por casarme. Cuando comencé a rodearme de la religión Cristiana, e iba a los grupos de chicas allá por el 2014, de lo único que hablaban era de pedirle a Dios por un esposo, y usualmente se terminaban casando con misioneros de Oklahoma o algo así y por años pensé que eso también era para mi. Por muchos años tenía esta batalla interna de querer la vida que ahora tengo, de vivir en una ciudad grande, trabajar en el entretenimiento y pensar que Dios no quería esto para mi, que su plan para mi era ser “esposa de…” y hacer algo que no me llenara profesionalmente, viviendo en algún lugar random.
Con ese deseo incansable de encontrar el amor, conocí muchos sapos, y cuando les digo sapos, DE VERDAD sapos. No me da pena contarlo, porque eso me ha hecho la mujer que soy e irónicamente, en esa eterna búsqueda del amor, Dios me terminó llevando a mi iglesia a través de Hinge.
Me ahorrare detalles de estos personajes para cuando escriba mi libro, pero salto a como conocer tantos hombres basura, me dañó mi corazón. Recuerdo el 2023-2024, como dos años que pasé enojada con los hombres, a pesar de tener al mejor papá del mundo y un hermano de 10, por lo herido que estaba mi corazón.
Pensaba que todos los hombres solo querían algo físico, que ninguno se quería comprometer, que todos hacían love-bombing, que todos tenían intenciones ocultas y por una relación donde hubo abuso emocional y psicológico, pensaba que todos harían lo mismo.
Pasaba horas o enojada o viendo sus Instagram para ver a que otras seguían o encontrar algo, no se que, pero algo.
Y luego tuve una mini relación, que fue de 0-100 en un cortísimo tiempo, y aprendí mucho, porque me rompió el corazón en mil pedacitos.
Por primera vez, aprendí a confiarle esa area de mi vida a Dios. Siempre pensaba que Dios me iba a mandar a alguien que no me gustara, porque era “lo que me tocaba” y por eso quería hacer las cosas a mi manera. Pero Dios a lo largo de mi vida me ha enseñado que a pesar de las pruebas, soy una consentida y me da lo mejor, aunque muchas veces no parezca así y luego lo entiendo.
En Septiembre del año pasado, comencé a acercarme a mi ahora familia en Miami, y somos un grupo de chicos y chicas, y fue ahí por primera vez donde comencé a sanar mi creencia que NO habían hombres buenos de mi rango de edad.
También poco a poco, he ido trabajando esa confianza en mi y en Dios, y a decirle de todo corazón que le confío esa area de mi vida plenamente, porque El me conoce mejor que nadie.
Luego, vino 2025, y cuando estuve en el hospital, me di cuenta de lo que realmente importa, incluyendo, como veía la idea de las relaciones en pareja y el matrimonio.
Me tomó 10 años aprender que tener una pareja no solo es tener a alguien con quien salir y agarrarse de la mano y ya, que es mejor estar sola que con alguien que me limite, que los consejos de mi papi son sabios, porque el es hombre y fue joven y que si no me da paz, debo parar de justificar que es mi ansiedad y abrir bien los ojos, y sobre todo, entregarle todo a Dios. Dios da y Dios quita, pero todo para nuestro bien.
El hospital también me permitió abrir mis ojos a un hombre bueno que siempre había estado ahí para mi, pero nunca nos habíamos visto mas que como amigos que nos contabamos absolutamente todo. Al salir de ahí me di cuenta que una relación no son solo flores, dates y palabras bonitas, sino acompañar cuando la vida real pasa, cuando las cosas malas pasan, cuando estás en el tope de la montaña pero también cuando estás en el valle.
Desde antes venía cuestionandome qué significaba una relación para mi y por qué por tantos años había estado buscando una y cuando por fin tenía total claridad en lo que NO quería y empezando a descubrir lo que SI quería, fue cuando comencé a conocer de otra manera a un hombre que había estado para mi y me ha conocido tal y como soy.
Ahora estoy aprendiendo a desaprender todo lo que aprendí por años y todas las ideas erroneas que tuve, pero un hombre paciente, emocionalmente disponible y maduro, hace que este proceso sea más fácil.
Estoy aprendiendo a que puedo expresarme libremente sobre lo que me gusta y lo que no me gusta, y él no se va o se enoja, sino que me escucha, y estamos abiertos a llegar a un punto medio para los dos. Estoy aprendiendo desde un lugar puro y genuino, a cuidar mis palabras, porque el respeto y admiración que siento hacia esta persona es enorme, y es alguien importante en mi vida a quien quiero cuidar y honrar siempre. Estoy aprendiendo a por fin descansar mi modo de hipervigilancia, porque estoy con alguien que respeta mi independencia y mi necesidad de tener tiempo para mi misma, para mis hobbies y para mis amigas, a pesar que tenemos el mismo grupo de amigos y yo hago lo mismo con él, porque para mi es esencial que los dos nos sintamos bien y satisfechos con nuestras vidas individuales.
Estoy aprendiendo que una pareja no está para cortarme las alas, y ahí es cuando en mis momentos de debilidad, me llega un poco el miedo, porque tengo mucho que quiero hacer, quiero hacer mi libro, quiero encontrar mi propósito y seguir trabajando con mujeres y acompañarlas en su caminar con Dios, quiero seguir escribiendo y creando, pero poco a poco y con muuuuuuucha paciencia (hacia mi misma)y el hombre paciente que tengo al lado, el miedo se me va quitando.
Y sobre todo, sigo aprendiendo a confiar en Dios para esa area de mi vida. Ahora se que si Dios me da algo y me da paz y alegria, es porque es parte de su voluntad, y si Dios quita algo, es porque El sabe cosas que yo no se y ve cosas que yo no puedo ver en mi humanidad, y sabe lo mejor para mi.
Y me despido, aprendiendo a estar presente, permitiendome sentir, pero con los pies en la tierra y con prioridad a las dos relaciones más importantes en mi vida, mi relación con Dios y la relación que tengo conmigo misma🤍